lunes, 20 de diciembre de 2010

Scrooge se tropieza

No sé si ya les he contado en otra ocasión que hace mucho tiempo que yo no celebro las navidades, las padezco, y todo el lado comercial de estas-fechas-tan-señaladas me parece cutre a más no poder. Por eso, estos días de amor y de paz, yo suelo andar de un humor de perros, justificando así la presidencia vitalicia del Club de Scrooge que me honro en ejercer.

Bueno, pues comprenderán ustedes que en estas fechas, yo que soy una llorona compulsiva e irredenta, no suelto el llanto por nada de este mundo ni me siento invadida del espíritu navideño. Me levantaría de malas todas las mañanas, pero como veo las noticias en Milenio TV con Fernando Nuñez, pues eso evita mi mal humor a esas horas. No digo por el contenido de las noticias, sino por quién me las está diciendo. Lo que quiero decir es que Fernandito Nuñez es un muñeco que alegra mis madrugadas.

Para conectar lo que les quiero contar con este arranque de columna tan de mala leche, déjenme que les cuente que hace unos días, estábamos cenando y de repente me dice mi mater veneranda: mira, todos los huesos que le junté a Lola. Yo puse cara de susto y por unos segundos pensé que mi hermana había caído de la gracia de mi madre o algo así y que ya no era merecedora de una comida decente. Ya luego me aclaró mi mami que la tal Lola es una perrita de esas french poodle, bastante feíta que originalmente era la mascota de un vecino, pero que no se sabe por qué razones, la susodicha Lola ha decidido expandir su territorio y ha recalado en nuestra casa. Claro, como que desde la primera vez que se paró afuera de nuestro hogar y puso su cara de píchame un pan, mi madre se compadeció de ella y la ha estado alimentando con las sobras de comida.

Total, que ahora no hay modo de deshacernos de la pérfida chucha. Ustedes ya saben que a mi me gustan más los gatos y que los perros, salvo Panky, nuestro perro adorado que murió de viejito hace muchos años, a los demás cánidos no los soporto. No soy capaz de hacerles ningún daño, pero no me gustan los perros.

Como la Lola ignora todo esto, hace unos días salí de mi casa rumbo a la salida del fraccionamiento y apenas había avanzado unos metros me di cuenta de que la chucha iba a mi lado, decidida a acompañarme. Me detuve y le dediqué mi mirada de desprecio número 37, pero ella, ni caso. Di dos pasos y ella también dio dos pasos. Me detuve y la miré unos minutos a los ojos, y ella se detuvo y me sostuvo la mirada. Podría jurar que en esos ojos se reflejaba un sentimiento racional. Volví a caminar y ella también se puso en marcha alegremente. Total, que tuve la inmerecida dicha de que la babosa esta de la Lola me acompañara hasta la parada del autobús. Y mientras yo iba ciscándome en todos sus muertos, la chucha pegaba unos saltos insospechados en un ser de su mínimo tamaño, y me miraba yo diría que hasta con cierta alegría, y como diciéndome que no había nada que temer, que ella me acompañaría hasta donde fuera necesario.

Confieso que Scrooge dio un tropezón y sentí algo muy parecido a la alegría y despreocupación de otros tiempos y me sorprendí riéndome en voz alta de las cabriolas que hacía la Lola. Hombre, de repente la alegría se embosca y nos cae encima para hacernos pasar un buen rato y nos sirve para al menos por unos minutos, olvidar la terrible situación en que vivimos.

Siguen sin gustarme los perros, pero ahora hasta yo ando preocupada por qué le vamos a dar de comer a la Lola.

SECCION DEPORTIVA
Ganó mi amadísimo Real Madrid. Las pasamos canutas, pero ganamos. Desafortunadamente para mi alma futbolera, hay parones en todas las ligas del mundo, menos en la inglesa, creo, y no veré un juego de futbol decente hasta la primera semana de enero del año que viene. Por piedad, eso no se le hace a alguien como yo. Aunque todavía no entiendo cómo es que pudiendo haber agarrado el vicio de la lujuria, agarré el del futbol.

RINCON SENTIMENTAL
Mi muñeca sigue su romance a todo trapo y yo ya no sé si cortarme las venas o dejármelas largas. Solo espero que cuando le llegue el turno de que le rompan el corazón por vez primera, yo no tenga a la mano al pérfido, si no, ya se enterará ese mostrenco, gaznápiro lo que cuesta un peine. Ah, por cierto, el otro día vi una película de una madre interpretada por Libertad Lamarque. Todavía no llego a esas alturas de interpretación, pero me le voy pareciendo, je.

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